viernes, 19 de septiembre de 2008

Vendida


Ashley, Charlie, Tom, Rusty, Gala, Leo, León, Tintín, Misty, Lola, Yakie, Zeus, Mateo... Recuerdo a la perfección todos y cada uno de los animales que mis amigos y conocidos a lo largo de su vida han elegido como compañeros, sin embargo, no me preguntéis como se llamaban sus hermanos porque no lo recordaré.

He estado por la mañana de voluntaria en una protectora de animales que se encarga de perros y gatos abandonados. Viven estos animales en una guardería canina pero hay que ir siempre que se puede a sacarlos de las jaulas diminutas para que puedan estirar las piernas y jugar. Jamás he tenido perro, sin embargo sí han pasado por mi vida: tortugas, gatos, hamsters, jerbos, una iguana, un tritón, cangrejos de río, salamanquesas, hormigas, murciélagos (crías heridas) y hasta un erizo. Siempre he considerado a los perros muy tontos, preciosos, pero tontos. Ya les puedes pegar, abandonar, quemar la piel o quebrar sus patas, que volverán. Los perritos de hoy nunca me habían visto, no reconocían mi voz y tampoco mi olor sin embargo se me han tirado encima ávidos de una caricia.

Casualidades de la vida, hoy por la tarde tenía sesión con mi psicóloga y junto a ella y a mi obsesión por cualquier ser viviente que no sea de la raza humana... hemos llegado a la conclusión de que la más perra de todas, soy yo. Una personalidad débil que necesita el contacto físico como el respirar, una personalidad que se tira sobre todo aquello que le ofrece cariño y que pide a saltos "sácame a pasear, sácame a pasear". Mis jerbas murieron la pasada primavera. Mis padres aún no me han dejado estar cerca de otro animal por lo mal que lo paso cuando me dejan.

Hoy no he ido a ofrecer mi ternura a los perros abandonados, he ido a buscar su calor, su cariño. He ido porque necesitaba que alguien me dijese "abrázame, vamos, ráscame la cabeza". Hoy los perros me han enseñado que son más fieles que los humanos mientras yo he buscado su cariño como las más puta de las putas. Hoy no he vendido mi cuerpo. Hoy he vendido mi tiempo a cambio de un poco de cariño. Hoy he ido a una guardería llena de perros abandonados buscando un refugio para mí.

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La niña de la foto soy yo con unos dos añitos abrazando con bastante fuerza a Yakie, un gato que era de mis tíos abuelos (luego vino "Yakie 2" y una amiga mía también tenía un Yakie, pero este era un perro). Me gusta esa foto aunque no sé quién me la hizo.

1 comentario:

Violeta dijo...

Cuando he empezado a leer este post he pensado que yo nunca recuerdo el nombre de las mascotas de mis amigos. De hecho, he tratado de recordar con todas mis fuerzas el nombre de la perra de mi primer novio, que me odiaba a muerte y siempre me gruñía cuando iba a su casa a tirarme a su dueño, cuestión que ella acataba con un recelo más gatuno que perruno. Tu último párrafo me ha aclarado la cuestión: la puta de la perra se llamaba Yakie, y era tonta como un perro y zorra como un gato, quizá por eso le pusieron ese nombre felino.

Y sobre la conclusión a la que has llegado en el psicólogo, opino que nadie es capaz de regalar su tiempo gratuitamente a una buena causa. El tiempo no se regala, se emplea (y en el verbo emplear está implícito el intercambio). Tú buscabas el amor de los perros, otros buscan el amor de los pobres y de los viejos y de los niños con retrasos, otros el amor de sí mismos, o de otros como ellos, pero siempre hay una buena razón detrás de la solidaridad. Y eso no es malo, de ninguna manera lo es, es bello y hermoso. Lo malo es que haya quien lo llame desinterés.

Un abrazo.