jueves, 6 de noviembre de 2008

Cruces



Salimos del curso. Avanzo fumando y escuchando a una de mis compañeras, no le presto excesiva atención. La busco con la mirada y veo que camina junto a otra de las chicas, se despide de ella y sigue su camino, se detiene, se gira y me sonríe “no me acordaba de que vas por mi camino”, retrocede unos pasos y se pone a mi altura. Es una chica muy agradable, es fina y educada pero no roza en absoluto la tontería, se le ve muy buena gente. La conozco porque trabajó de camarera en una cervecería cerca de mi casa y recuerdo que era atenta y que tiraba muy bien la cerveza y servía muy bien el café con leche, con espuma.
Hablamos de la clase y del profesor, ella ha salido encantada y yo me he aburrido. Comenta las ganas que tiene de llegar a casa para darse una ducha y cenar (hoy se le ve especialmente cansada, tiene ojeras y lleva el pelo lacio, recogido con una pinza a modo de moño); son las diez y media de la noche y el frío es agradable pero el hambre y la suciedad de todo el día fuera del hogar aprietan.
Cruzamos el último paso de cebra que une nuestros caminos y se detiene como si se hubiera olvidado de algo, corta secamente nuestra conversación y dice que como es más pronto que otros días va a saludar “aquí mismo” a un amigo suyo, miro hacia la derecha, hacia donde su cuerpo se ha girado como atraído por algo extrasensorial. Veo uno de mis lugares favoritos de Zaragoza, un bar donde sirven cerveza barata, pipas y la música es cojonuda. Pregunto dónde va exactamente, se muestra reacia pero finalmente contesta que va a ese bar. Pregunto si el amigo es el dueño del sitio, al que conozco desde hace años gracias a las cientos de cañas que me ha servido, un tipo encantador, muy atractivo y maduro que además te graba CD's con tus canciones preferidas. Sí,ese es su amigo, es su ex novio. Salieron hace años.

El último día que estuvimos juntas me comentó que el fin de semana había comido en casa de su pareja y ahora de pronto la tengo delante, con voz nerviosa dando una serie de explicaciones que no he pedido sobre su pasado. Parece triste y no entiendo muy bien qué la empuja a ir a saludar, siendo además que está cansada y tiene hambre. Caigo en que la he visto con él, años atrás, recuerdo hasta el mote que le pusimos mi amiga y yo cuando queríamos tirarnos al que entonces era su novio, la recordaba bella, extremadamente bella. Por la emoción le digo que la recuerdo y le digo cómo la llamaba. Da unos pasos hasta el semáforo donde yo me despido siempre, sigue dándome explicaciones que yo, aún no he pedido, vuelve a parar en seco y dando la vuelta me dice que va a pasarse por ahí, a decirle hola. Creo que es el momento de irme. Yo también estoy cansada, tengo hambre y no tengo nadie a quien saludar.
El semáforo se acaba de poner rojo para los peatones, tiro lo que queda de cigarro al suelo, meto las manos en los bolsillos de la cazadora, cruzo los pies como hago siempre y espero a que el hombrecillo verde me diga que puedo cruzar. Giro la cabeza y la veo justo antes de que doble la esquina que la lleva hasta el bar. Se ha soltado el pelo.